Según las encuestas, alrededor del 75% de los catalanes ve necesario reformular la relación financiera entre Catalunya y España. Ello significa que esa demanda va más allá de las posiciones de los partidos políticos y que se ha convertido en la iniciativa política que despierta más consenso ciudadano. La reivindicación de un sistema de financiación similar al del País Vasco y Navarra ha ido calando en la opinión pública.
Durante años se ha insistido en que el sistema de financiación autonómico era injusto y lesivo para Catalunya y una de las causas de nuestras carencias financieras. Las gentes se han convencido de que con un sistema en el que Catalunya recaudara y gestionara los impuestos la situación sería mejor. Las comunidades con fueros propios sobrellevan mejor la crisis y disfrutan de un mayor bienestar. Y es difícil de explicar por qué unas zonas tienen ese privilegio y se les niega a otras.
El pacto fiscal, tema que debe negociarse después del 20-N, va a ser una de las banderas de la campaña electoral en Catalunya. CiU está en ello y los partidos nacionalistas van a secundar esa línea. Los partidos nacionales, como el Psoe y el PP, más refractarios a ese discurso, se ven forzados a alguna pirueta reveladora. Carme Chacón habla de un pacto fiscal federal que equipararía el régimen común al concierto, todo un invento, y el PP plantea ligar la solidaridad interregional con el crecimiento.
Todo eso son nubes de colores en espera del nuevo mapa político, en el bien entendido de que unos planteamientos con tanto apoyo social no pueden esquivarse con facilidad. Hará falta imaginación y buen sentido.
