Las tres ‘c’

Hace unos años, no eran pocos los triunfadores que decidían obsequiarse con un cambio de casa, de coche y de compañero o compañera: la ley de las tres “c”. Una de las claves de esas mutaciones tan rotundas era hacer visible el cambio, los frutos del progreso. Pero ese comportamiento está hoy en cuarentena por los efectos de la crisis. Rupturas matrimoniales y divorcios cotizan a la baja después de años de una carrera ascendente que parecía imparable. Vuelven los tiempos del pan y cebolla, y  las crecientes dificultades económicas  frenan en seco el ‘ahí te quedas’. Las parejas con problemas de convivencia se ven forzadas a reflexionar sobre las consecuencias de una separación de cuerpos, almas y cuentas corrientes. La crisis apacigua los impulsos y aparca muchos problemas en espera de mejores tiempos. La venta de casas ha sufrido un parón tremendo y es una de las causas determinantes del desplome del sector inmobiliario y de la explosión de la burbuja que convirtió a los amos del negocio del ladrillo en los nuevos Midas. El festín terminó abruptamente y los excesos de años atrás se están purgando en una resaca que siembra víctimas. No faltan casas, sobran. Cambiar de casa es un lujo al alcance muy pocos, y más en un momento de sequía crediticia. Y la otra “c” es la de los coches, otro capítulo en caída libre. La matriculación de vehículos en Sabadell, y no es una excepción, se ha reducido casi a la mitad respecto a tres años atrás. El parque móvil envejece y la economía se compadece mal con la parálisis de la construcción y los automóviles, motores de arrastre de los días de vino y rosas, tan distintos de los de ahora.