En determinados países la vida no vale nada, o menos que en otras partes. Sobre todo si el lugar es zona de guerra y a la gente la pueden matar los otros, el fuego amigo y convertirse en un daño colateral, o un militar con estrés postraumático. El sargento Robert Bales salió de su acuartelamiento en Kandahar y mató a 17 personas. El gobierno de Estados Unidos ha hechos dos cosas: llevarse al militar a su país e indemnizar a los familiares de las víctimas y heridos, a razón de 50.000 dólares por muerto. En esto de los asesinatos y muertos en países pobres rige un baremo distinto que en los ricos para valorar una vida. Será cosa del PIB. En España un muerto en accidente de tráfico no vale menos de 150.000 euros.
