Opinió

Serenidad

La vida que llevamos hoy suele estar llena de ajetreo, turbulencias y prisas. Nos domina el trajín, nos agobian las tareas, nos desvelan los problemas, nos asedian las dificultades, nos espolea la competición… ¿Cómo mantener la serenidad? ¿Cómo saber qué es lo importante y qué es lo accesorio? ¿Cómo librarse de las trampas que la urgencia nos tiende en forma de opciones que parecen inevitables?

Acabo de recibir el libro de Cristina Gutiérrez Lestón titulado “Entrénalo para la vida”. El subtítulo no puede se más esclarecedor: “Hay padres que preparan el camino para sus hijos y padres que preparan a sus hijos para el camino”.

Cristina es una educadora nacida en Alemania que está trabajando desde 1986 con niños y adolescentes en contacto con la naturaleza. Es codirectora de la Granja Escuela de Santa María de Palautordera, una localidad del Montseny. Por la Granja pasan cada año más de diez mil niños y niñas en una estancia de tres días. Allí pretenden que los niños sientan la naturaleza, que convivan en armonía y que exploren su mundo emocional.

Un día le hace a Cristina su hijo pequeño esta pregunta: “Mamá, ¿qué es la serenidad?”. Ella comenta: “Intenté utilizar diferentes sinónimos para definirla, hasta que me di cuenta de que no sabía definirla bien. Una conferencia del doctor Mario Alonso Puig explica un cuento que se lo aclara:

“Hace mucho, mucho tiempo, en un país lejano, vivía un rey viudo que se preocupaba mucho por la educación de su único hijo y heredero, que entonces tenía doce años. Un buen día el rey quiso explicarle a su hijo el significado de la palabra serenidad. Los maestros del niño, los sabios del palacio y hasta el mismísimo rey lo intentaron, pero el muchacho no conseguía entenderlo.

Su Majestad, con una cultura y una sensibilidad muy avanzadas para su época, tuvo una idea: si las palabras no daban fruto en la mente de su hijo, tal vez lo harían las imágenes. Y así fue como el rey ideó una gran exposición de pintura en la que el tema central sería la serenidad. Se hizo llegar la noticia a todos los rincones del reino, puesto que el rey impuso como norma que todos los súbditos pudieran participar y que ninguna obra, por mala que fuese, quedase descartada de la gran exposición.

Las obras empezaron a llegar. Había tantas que el secretario quiso poner un poco de orden clasificándolas personalmente, según la calidad, la belleza de paisaje y la gama de colores… Las obras de poca calidad quedaban relegadas a la última pared, la más oscura y escondida.

Un día, antes de la gran exposición, un viejo que vivía en lo alto de una montaña y que de joven había sido pintor trajo su cuadro. Cuando lo vio el secretario quedó horrorizado. Los colores oscuros, negros, grises, dominaban la tela, que representaba una terrible tempestad en el mar y unas olas que rompían con fuerza en el acantilado. El hombre no podía evitar cierto miedo al mirarlo. Aunque la calidad era bastante aceptable, no lograba entender cómo eso podría levar el título Serenidad. El secretario y sus ayudantes pensaron hasta en esconder el cuadro para que el rey no se enfadara al verlo.

El día de la inauguración, artistas, súbditos y la nobleza en pleno querían ser los primeros en ver la exposición más grande que jamás se había celebrado en el reino. Delante de la comitiva iban el rey y su hijo, emocionados porque por fin el heredero podría entender el significado de la palabra serenidad.

El rey miraba todos y cada uno de los cuadros con intensidad: puestas de sol, el mar en calma, los prados llenos de flores, las montañas nevadas…. Después de un buen rato llegó a la última pared, la más oscura.. Cuando el rey vio aquel cuadro terrible, la cara de sorpresa del monarca hizo temblar a su secretario. El monarca se acercó al cuadro, lo miró con interés, se alejó y volvió a acercarse hasta casi tocar la tela con la nariz. Entonces se volvió, miró a su secretario y dijo:

– Este es el cuadro ganador. Hijo, acércate para ver qué es la serenidad.

El muchacho se acercó y pudo observar que en medio de aquella terrible tempestad, entre los relámpagos y el cielo ennegrecido, había una roca que sobresalía del mar y encima de ella un pequeño nido de pájaros. Se acercó un poco más y pudo ver que dentro del nido había una madre pájaro dando de comer a sus cuatro crías.

El rey, entonces, le dijo:

-Hijo, eso es la serenidad: saber, en medio de la tormenta, cuál es tu prioridad.

Hay tormentas de todo tipo. Tormentas emocionales, laborales, familiares, económicas, políticas, sociales… ¿Qué hacer? La respuesta nos la da el anciano pintor del relato. Sabiendo elegir la prioridad a pesar de cualquier contratiempo, de cualquier vicisitud, en medio de cualquier tormenta. Mantener la calma para saber qué hacer y tener el valor de hacerlo. El poeta Horacio reflexiva y bellamente escribió: “Cuando el día se nuble y el trueno ruja, consérvate sereno”. DE

“Entre los relámpagos y el cielo ennegrecido, había una roca que sobresalía del mar y encima de ella un pequeño nido de pájaros”

Comentaris
To Top