Opinió

El lado oscuro de la luz

Si nuestra civilización desaparece y un arqueólogo del futuro encuentra un fajo de recibos de la luz junto a restos de los manuscritos del mar Muerto, no dispondrá de ninguna piedra Rosetta que le permita descifrarlos. Es más, ni usted ni yo, paciente lector/a, nunca conseguiremos navegar con fortuna por ese intrincado jeroglífico que es una factura tradicional de las compañías eléctricas. Desde su nacimiento están diseñadas para militar en lado oscuro.

Sí, el control de la energía nos ha llevado a poseer el sueño masónico de alcanzar la luz. Sin embargo, también la energía, como toda fuerza de la naturaleza, ha generado su agujero negro: la forma de pago. Con todo esto no estoy contando nada nuevo ni original, por mucha retórica que le aplique. Sabemos desde hace décadas que pagamos por un producto llamado electricidad, tan intangible como el pensamiento y tan incontrolable como las ideas, pero jamás alcanzamos a descubrir el valor real del mismo.

Lo hemos intentado a lo largo de la historia, cierto. Lo hemos pedido a todos los gobernantes de todos los colores, cierto. Nos han dado miles de explicaciones, cierto. Ninguna convincente ni real, muy cierto. Y ahora que la crisis empuja a la rebelión llegan las nuevas tecnologías en auxilio de las grandes compañías gestoras de la energía eléctrica. Además de los gobiernos, desde ayer tienen dos nuevos aliados para embaucar al consumidor: los contadores inteligentes y las nuevas tarifas.

A los seis millones escasos de consumidores, a quienes ha llegado el nuevo sistema de control, en su factura bimestral le aplicarán un cálculo sobre 1.440 precios diferentes. Esto es, una media de 24 precios cada día que, naturalmente, no aparecerán reflejados en el documento de pago, como se aplica en los de la telefonía. La impunidad para cualquier presunta estafa sigue estando vigente. Y no hay que olvidar que estamos en el país de la picaresca.

La tecnología juega contra los menos pudientes y los burla con descaro. Además, a quienes no disponemos del nuevo contador nos aplicarán las tarifas de forma arbitrariamente estimada. La legislación neoliberal –asumida por progresistas y emergentes varios- permite semejante abuso e injusticia con un producto de primera necesidad social.

Arropados por la desfachatez, estos días tratan de convencernos de que la inteligencia y el raciocinio han llegado por fin en forma de contador, pero es falso. Incluso hasta 2018 les veremos las manos con los mismos guantes blancos manipulando el aparato y ocultando la verdad del gran negocio porque todos los contadores no están instalados.

¿Qué podemos hacer frente a los abusos de las eléctricas? ¿Huelga, una revolución, no consumir? Nada, solo sufrir como miserables siervos de la gleba.
“Nunca conseguiremos navegar con fortuna por ese intrincado jeroglífico que es una factura tradicional de las compañías eléctricas”

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