Opinió

El IVA cultural

Ni siquiera la benevolencia de querer pensar que pudo tratarse de una frase aislada puede empañar el asombro y la estupefacción que nos causa, dicho en boca del ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, que en España “el IVA cultural no existe”.
Sí,  en España el IVA cultural existe, es del 21%, fue incrementado desde el 1 de septiembre de 2012, en un solo golpe, en 13 puntos, es el más alto de toda Europa y -como  presidenta  de la Asosiación Ópera XXI, la mayor red de festivales y teatros líricos de España que agrupa a 26 instituciones- esto puedo asegurárselo personalmente, se ha convertido en un factor determinante de la mayor crisis de la industria cultural española de la historia reciente.

Hay que  calibrar la profunda herida que el incremento del IVA ha causado en un sector ya severamente golpeado, como tantos otros, por la crisis económica general. Deseo informar a la ciudadanía de lo que llevamos pasado durante estos años y hemos reclamado ya en diferentes reuniones y escritos.
El consumo cultural de pago se ha reducido en España un 27,7% en los últimos 5 años, causando la pérdida de unos 5.000 millones de euros en facturación y la desaparición de 4.100 empresas del sector, según los datos de la Fundación Alternativas, observatorio independiente formado por analistas de reconocido prestigio.
Y es esa misma Fundación la que, en su informe, señala al incremento del IVA como un factor multiplicador de la crisis para los sectores más dañados por una debacle cultural incontestable.

Y es que no podía ser de otro modo. Incrementar el precio de las localidades en 13 puntos, y en un solo tramo, solo podía originar más orfandad en nuestras ya depauperadas taquillas, como sabemos por dolorosa experiencia los gestores de la mayoría de los teatros líricos de España, que estimamos la bajada del público en torno a un 20%, por mucho que algunos –como el Teatro de la Maestranza- hayamos asumido una parte de esa subida sabiendo que, si no compartíamos el incremento solidariamente con nuestro leal público, las consecuencias serían aún más dramáticas.

Desde el propio Ministerio de Cultura se ha  barajado varias veces la inminente reducción del IVA cultural sin atreverse a bajarlo nunca finalmente, son conscientes del daño. El hecho de que, además de la drástica reducción de la financiación pública, el Gobierno haya enterrado su promesa inicial de elaborar una nueva ley de mecenazgo más atractiva y sugerente para el patrocinio cultural al modo de mismos esos países europeos (Francia, 5,5% o Alemanía con un 7%) que gravan la cultura con hasta 15 puntos menos que nosotros, ha terminado convirtiendo la gestión de los espacios artísticos en una durísima batalla que los gestores libramos contra la mayor adversidad financiera imaginable dotados con pistolas de agua y armas de juguete.

Después de 10 años entregada a la tarea de librar esa injusta batalla desigual, se lo puedo asegurar. Tanto como que en España, y para la agonía del sector, se aplica, con el 21%, el mayor IVA cultural de Europa, lo que lleva a tratar la Cultura como un objeto de lujo.

“En España se aplica, con el 21%, el mayor IVA cultural de Europa, lo que lleva a tratar la Cultura como un objeto de lujo”

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