Quisiera hacer dos sencillas consideraciones sobre la consulta independentista. Un 14% de participación, ni siquiera de respaldo, es un fracaso en cualquier consulta democrática, y más considerando que las urnas han estado a pie de calle durante 38 días.
Pero un resultado tan paupérrimo y que haría plegar velas a toda propuesta de máximos tiene como valoración de los organizadores la de “éxito rotundo”. ¡Qué curioso! Humildemente, considero que la independencia, si se apoya en el argumento de la autodeterminación de los pueblos, debería tener un respaldo abrumadoramente mayoritario del pueblo. Claro que si se trata del todo por el pueblo, pero sin el pueblo, que es que no sabe lo que le conviene y hay que educarle, ya se revelaría que lo que se cuece es una cara más del despotismo.
En segundo lugar, es obvio que los 300.000 euros que ha costado no han provenido de donativos privados. Cuando pase esta vorágine, se sabrá cuánto han aportado entidades que reciben fondos millonarios de la Generalitat de Catalunya. De no ser así, la primera conclusión lógica es que ese 13% que respalda la independencia, combinado con el hecho del nulo apoyo en los barrios trabajadores, es el del que detenta el poder económico, es decir, la burguesía del centro, lo que vuelve a revelarnos que el independentismo en un proyecto de las élites, incluidas las direcciones de las asociaciones de inmigrantes, más cerca por lo visto del poder y la subvención que de sus bases.
Por lo expuesto, me pregunto ¿dónde queda ese proyecto de un país “democrático” y “social” que se plantea en la formulación de la pregunta de la consulta?
