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En vez de eliminarlas, se ponen más barreras

Tengo 35 años, padezco esclerosis múltiple y resido en Sabadell hace ya 6 años. He pasado de poder andar con la ayuda de las muletas a, progresivamente, ir necesitando la ayuda de mi mini-scooter para poder desplazarme por la calle y por casa también preciso de ella. Hay diferencia entre una silla convencional de ruedas y un mini-scooter. La silla convencional de viene siendo una silla de ruedas manual (movida por uno mismo, o empujada por alguien), o bien una silla de ruedas eléctrica (movida por un mecanismo funcional de baterías). Un mini-scooter eléctrico también se mueve gracias a unas baterías, pero se diferencia de las sillas en que se dirige gracias a la ayuda de un manillar.
Debido a un sinfín de razones, los dos últimos años de mi vida han sido durillos, ya que no tenía forma alguna de salir a la calle sin la ayuda de mi marido o de mi amiga. Hace 4 meses que ese calvario ha terminado puesto que ya tengo mi plataforma para poder salir a la calle yo solita. Estoy superfeliz y me ha cambiado la vida un 100%.
Yo creía que mi calvario había terminado. Y no. Me desplazo muy bien por el barrio donde vivo, Can Rull. Todavía hay muchas tiendas donde no puedo acceder, pero muchas de ellas están empezando a solucionarlo. El miércoles 30 de junio, decidí ir a dar un paseo hasta el Corte Inglés. Con el mini-scooter, tardé en llegar allí un cuarto de hora. Hice unas compras y salí de allí a las 12’15. Hacía un calor que te consumía y pensé en volver a casa en autobús, así llegaría descansada para poder recoger a mi hija de 4 años a la 13’00h, que es cuando sale del esplai. Cuando veo que llega el nº6, dirección Can Llong, pensé cogerlo ya que me deja al lado de la escuela. Siempre hago una indicación al conductor, porque así saben que me tienen que sacar la rampa, y yo me voy dirigiendo hacia la mitad del autobús, donde se encuentra ésta. Cuando le hice la señal al conductor ese día, me hizo que “no” con la cabeza y, cuando abrió la puerta, el hombre me explicó que yo no podía subir al autobús con ese tipo de vehículo. Creí que era una broma. Este señor me dijo que sólo pueden subir sillas convencionales al transporte público, que lo mío está considerado un vehículo y puede molestar a los demás pasajeros y que, como favor, me dejaba subir, pero que para la próxima, ya lo sabía: tengo vetado subirme a ningún autobús.
Sentí la impotencia más grande que pueda imaginarse, porque bastante tengo ya con no poder acceder a muchos sitios, como para que ahora me prohíban subirme al transporte público porque no hago uso de una silla convencional. Llamé por teléfono a la empresa y me aseguraron que la normativa es así. No entiendo cómo dejan subir a los carritos de bebé al autobús, a las señoras cuando vienen de la compra cargadas con sus bolsas o carros a reventar o animales de compañía (en sus debidas jaulas, eso sí) porque creo que también pueden molestar a los demás pasajeros. ¡Viva la supresión de barreras arquitectónicas y vivan las buenas personas!

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