Las luces de Navidad son un decorado que forma parte del paisaje de estas fechas y cuyos destellos animan la ceremonia mercantil de la compra. Luz es sinóninmo de alegría en tanto que oscuridad se asocia con tristeza; una Navidad sin iluminación sería menos Navidad. Las celebraciones en tiempos duros están marcadas por la austeridad, y precisamente por eso las luces quieren ayudar a estimular la alicaída demanda.
Este mes de diciembre es esencial para el comercio y el sector confía en el tirón de las compras navideñas para dinamizar una situación que se encuentra bajo mínimos. Estas Navidades se esperan duras, pero todo el mundo parece dispuesto a echar toda la carne en el asador para intentar sobrevivir a la catastrofe.
Para muchos, el ejercicio ya está prácticamente cerrado a falta de pequeños flecos; pero para buena parte del comercio la campaña navideña significa la quinta parte de las ventas, un porcentaje que explica en sí mismo que en pocos días se juega el resultado del curso. No será un buen ejercicio, pero una encuesta de la consultora Deloitte señala que cada hogar español gastará estas Navidades 688 euros, casi un 2% más que en 2010. El desplome del consumo aviva las promociones agresivas, todo vale para sacar adelante una campaña decisiva.
Las luces y los destellos de colores son guiños para animar el consumo, para recordar que ya estamos en la época cumbre del año y contribuir a que el invierno no sea tan frío. Los bolsillos están vacíos y todo el mundo intenta adaptarse a los nuevos tiempos, a la austeridad dominante. Ese es el mensaje que impregna el ambiente, pero Navidad es Navidad.
