Rubalcaba y Chacón y sus equipos, siguen su particular campaña para ganarse los votos de los delegados del Psoe que van a decidir el nuevo secretario general del partido. Los que se disputan la sucesión, que no el legado, de Zapatero se enfrentan al reto de levantar la moral de la militancia y recuperar a un partido que ha tocado fondo después de perder elección tras elección. Y les queda en un par de meses la batalla de Andalucía, la última y más preciada joya de lo que fue el imperio socialista.
Si el pasmo de Solares empezó la carrera con notable ventaja, la Carme de Esplugues le ha ido ganando terreno y todo hace suponer que van a llegar a la meta muy igualados. La experiencia y el dominio del aparato es de Rubalcaba, pero Chacón domina el marketing y aporta una imagen más fresca y joven, algo importante cuando lo que se debate es la renovación.
En el fondo el Psoe está celebrando un remedo de primarias, las que no quiso facilitar antes las generales con la aclamación de Rubalcaba. Ahora, y en un escenario peor, con escasas cuotas de poder para gratificar servicios, se afronta un falso debate de ideas y que no es más que una pura lucha por el poder. Las ideas son muy similares y los programas se repiten hasta ser intercambiables.
Gestionar la travesía de desierto, en la hipótesis de perder la última joya de la corona, es un horizonte que justifica hablar de refundación, pero es probable que lo de ahora será un pasar página, especialmente si gana Rubalcaba. Además de la biografía cuenta la biología, y el cántabro sería sólo una salida para buscar una solución a medio plazo.
