Tener la voz de la portuguesa Sofia Ribeiro en el Griffin era un lujo que no podía desaprovecharse y lo cierto es que su concierto del pasado jueves, dos días después de pasar por el Jamboree barcelonés, fue una excelente, aunque parcial muestra, de la mucho que es capaz hacer este nueva figura de creciente proyección europea.
Ribeiro tiene un proyecto propio de composiciones originales del que va a editar disco el mes que viene (Ar –aire–, producido por Juan Andrés Ospina), pero en el ciclo de jazz del Griffin presentaba el repertorio latinoamericano que comparte con el contrabajista Juan Pablo Balcázar, arreglista de la mayoría de las piezas.
Dedicaron la primera parte a las cantadas en español, especialmente de Colombia y Argentina, y reservaron la segunda mitad casi toda para Brasil, algo que Ribeiro se puede permitir el placer de abordar. No sólo con naturalidad sino también con exquisita pasión y conocimiento.
Y es que aquí disfrutamos de su sensibilidad con temas como A medida da paixão, del singular Lenine, Maria das Mercedes, de Djavan, o un inolvidable ‘choro’ de Pixinguinha (Carinhoso) que nos llevó en volandas al otro lado del charco. Cantada sólo con el piano, la pieza exigía silencio y respeto, pero la vocalista de Porto saltó a la piscina y salió airosa, para el deleite de los que siempre agradecen poder matar un poco la ‘saudade’. Marco Mezquida (piano) y Gonzalo del Val (batería) completaban el cuarteto del que es en realidad un proyecto más amplio, un septeto que han podido presentar en el Jazz Sí, por ejemplo.
