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Falta de humanidad

Soy una mujer de 82 años, sufro osteoporosis múltiple, voy con muletas pues apenas puedo andar y, si salgo a la calle, tengo que ir acompañada.
El otro día, con una chica que me acompaña, fui a visitar a mi hermana, que reside en la Albada pues está inválida y, con tantas fiestas, hacía muchos días que no la veía. Así que, con la chica que me acompaña, cogimos el autobús 11 en la Ronda Zamenhof. El viaje de ida fue muy bien, pero al regresar volvimos a coger el 11 y nuestra sorpresa fue que, a causa de las obras de la recogida neumática de basuras, el bus no paró en el sitio donde era habitual. Así que mi acompañante le pidió al conductor si podría parar un segundo en el semáforo o delante del Hotel Sabadell para poder bajarnos pues íbamos las dos solas. El chófer le dijo que no y se pusieron a hablar con la chica que es muy cariñosa y educada. Y nos dejó en la Ronda Ponent por lo que tuve que andar tanto que, cuando llegué a mi casa, tuve que echarme en la cama pues me dolía todo el cuerpo.
Yo lo comprendo porque las leyes son las leyes, pero de lo que nos quejamos es del chófer, mal hablado y antipático. La chica ya telefoneó a la TUS, expresando nuestra queja, y le dijeron que la hiciéramos por escrito.
Explico esto porque, hará más o menos unos dos años, cuando yo iba ya con muletas, viajaba sola en el autobús 5 y, cuando tenía que apearme, como iba muy lleno, se cerró la puerta y se puso en marcha. Yo le grité al conductor si, por favor, podía parar pues iba muy coja. Ya había avanzado unos dos metros y, al momento, se paró. Le di las gracias por su amabilidad. Y no creo que se retrasase.
Hay conductores con humanidad y conductores sin corazón.

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