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Unió

Unió Democràtica de Catalunya celebró, el pasado fin de semana, su 25 congreso en un ambiente tranquilo, sin graves tensiones de fondo. El socio menor coaligado de CiU pasa por un buen momento en términos políticos y su líder pudo presentarse con el aval de un excelente resultado en los comicios autonómicos y generales, amén de que reina un buen entendimiento con CDC, una relación que en otros momentos tuvo sus más y su menos.
No le resulta fácil a Unió, el socio menor de la coalición que gobierna Catalunya, mantener de forma nítida su personalidad propia, diferenciarse de Convergència, resistirse a ser absorbido y marcar territorio sin ser acusado de grupo parasitario. Es evidente que Duran i Lleida ha sabido gestionar con habilidad ese capítulo básico para la continuidad de Unió y para sostener su peso político en la sociedad.

El líder de Unió conserva su liderazgo, con una contestación testimonial, en el partido y logra mantener una sobresaliente valoración social en todos los sondeos de opinión, en Catalunya y en el conjunto de España. A Duran i Lleida se le percibe como la quintaesencia del político florentino, con su toque de maquiavelismo, como líder capaz de mantener las formas y apostar por la gobernabilidad sin renunciar a sus principios, de persona con cintura para negociar y debatir. La esencia del ejercicio de la política parlamentaria.
Actualmente, el reto al que se enfrenta Unió, una cuestión casi permanente, es el de defender los derechos de Catalunya, pero sin romper con  España. Ir más allá, pero evitando las posiciones radicales sin posibilidad de retorno. Equilibrismo casi en estado puro.

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