Veinticinco años ha cumplido ya el Parc Tecnològic del Vallès (PTV) que se concibió como un proyecto singular, como una iniciativa escaparate que intentaba emular experiencias contrastadas como el Silicon Valley y el Road 128 de Boston, paradigmas de alta intensidad innovadora. Se trataba de poner en marcha una área en la que se concentraran empresas ligadas al conocimiento y con alto contenido tecnológico. Hoy es una realidad en marcha, una incubadora empresarial en la que han germinado proyectos de alto valor añadido.
En las 58 hectáreas del PTV conviven ahora 142 empresas e instituciones, como centros de investigación, de sectores tan diversos como la farmacia, las energías renovables, la automoción o la biotecnología. Esas empresas facturaron globalmente en 2011 cerca de 1.000 millones de euros y ocuparon a más de 3000 personas.
Resulta que las empresas localizadas en el PTV se han sabido adaptar a las nuevas circunstancias del mercado, lo que viene a certificar que las sociedades que tienen en su ADN la pasión por la innovación tienen más posibilidades de sobrevivir. El conocimiento multiplica el valor añadido y es generador de nuevas oportunidades, especialmente cuando se desarrolla en espacio propicio, con la vecindad de universidades, escuelas de negocios y centros de investigación. El PTV ha fomentado el acercamiento de los proyectos empresariales a las fuentes de conocimiento, y esa comunión ha dado buenos frutos.
El PTV, que fue bautizado como Silicon Vallés, se ha consolidado como una realidad y en su primer cuarto de siglo su balance es sólido, un ejemplo de buen hacer.
