A cierre del tercer trimestre, los resultados de Banc Sabadell no ofrecieron ninguna sorpresa, se daban por descontados. Los bancos en la actualidad parece que construyen la cuenta de explotación por la última línea: determinan el beneficio que estiman presentable y dedican a provisiones y saneamientos la mayor parte del margen generado. Llevan muchos ejercicio sometidos a esa dieta, pero parece que esa política de supervivencia toca a su fin. Ya casi se ha saneado todo lo saneable, y los que no lo han hecho están a la espera de ser subastados.
La cifra de beneficios está bajo mínimos y los accionistas, una vez más, verán recortados sus magros dividendos. Les queda, eso sí, la esperanza de que el 2013, año en el que, si se cumplen las previsiones, el Banc Sabadell volverá a levantar vuelo. Lo normal sería que en 2013 el repunte del beneficio fuera notable y en 2014 se regresara a la línea del pasado más brillante. Pero eso es sólo el razonamiento lógico, la realidad puede ir por otros derroteros.
Por fortuna el BS pasó todas cribas y está en el grupo 0, como entidad bien capitalizada, y ese aval es importantísimo para ganar cuota de mercado. Como recuerda algún banquero, se está produciendo un vuelo hacia la calidad, lo que quiere decir que la operativa bancaria está huyendo de las entidades estigmatizadas y se va a las conceptuadas más solventes.
Más que banco malo hay que hablar de bancos malos y buenos, ese es el actual juego de mercado. Hay que esperar un poco más para que escampe, pero la travesía del desierto parece cerca de llegar a su estación término.
