Los penúltimos sondeos aprecian que el subidón de CiU parece estar remitiendo y que la coalición está bordeando la mayoría absoluta el próximo 25-N. Sería un gran resultado, pero los pronósticos confirman que alcanzar mayorías absolutas es muy caro, y más en espacios pluripartidistas, como es el caso de Catalunya. O sea, que CiU se consolida como partido casi hegemónico, pero probablemente esas expectativas son inferiores a las que esperan sus líderes. Y no puede argumentarse que falta la campaña, porque se está en plena acción desde hace meses.
El impulso soberanista de Mas se hace notar en las encuestas y ha servido para ser noticia en todos los medios, nacionales e internacionales, pero en términos electorales su rendimiento electoral está por ver. El partido que está capitalizando el rearme soberanista es ERC, que recupera protagonismo. Es como si Mas votara por ERC. Muchos electores, puestos a elegir, prefieren la opción que siempre ha defendido la soberanía, la opción más radical frente a los moderados que han utilizado un lenguaje más ambiguo, el de la transición nacional y otros términos al uso.
Según las encuestas, está asegurada una clara mayoría soberanista, y una más clara mayoría a favor del derecho a decidir. Los sociólogos que intentan diseccionar el hígado de las encuestas estiman que la independencia es una opción que todavía está lejos de reunir un acuerdo mayoritario, cosa que no sucede con la demanda de pacto fiscal, un clamor transversal.
Razón no le falta al escritor Marsé cuando dice que está preparando una novela de la que ya tiene el título: “Sentiments i centimets”.
