Pocas horas antes del Barça-Bayern Múnich, la casualidad quiso que me tropezara por la calle con una vecina, una venerable anciana de cerca de 90 años que, con absoluta lucidez mental, me confesaba espontáneamente su pasión por el Barça.
Con indisimulada devoción, me mostraba una colección de estampas de Leo Messi. Me explicaba que su fallecido marido, oriundo de tierras de Almería, también era simpatizante del Barça, pero que demasiado pronto un cáncer se lo llevó por delante, razón por la que nunca la pudo acompañar al Camp Nou. Un deseo que todavía no ha podido cumplir, pero yo le prometí que algún día la invitaría al santuario blaugrana.
Su historia conseguía emocionarme, igual que la de Joaquina Gil Safont, otra adorable nonagenaria que, en abril de 1980 entrevisté para la Hoja del Lunes de Barcelona mientras recogía habas en un campo del Baix Llobregat. Otras dos damas, la artista letona Marta Alberinga y Pilar Arias (devota de la virgen de Montserrat), conforman el póker de mis particulares heroínas. Para ganar su confianza, a María Borges Badía, que este es el nombre de mi amiga culé, le conté que yo también soy barcelonista y que, a finales de la década de los años cincuenta del siglo pasado, promoví en mi villa natal (Xinzo de Limia) la fundación de la Peña Barcelonista Antela.
También le comenté que, en su día, fui el que dio la exclusiva para la Agencia Efe del secuestro del jugador del Barça, Enrique Castro ‘Quini’. Al día siguiente, me volví a encontrar con ella, aunque con su alma blaugrana un tanto maltrecha. El día que hablé con doña María, vestía pantalón negro y chaquetilla del mismo color, de inequívoca simbología barcelonista.
