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Turismo

Años atrás, cuando estaba de moda debatir sobre la sociedad del ocio, algunos intuían que una España dedicada al monocultivo del sol y la playa, paradigma de la economía  basada en los servicios, culminaría con una población laboral dedicada prioritariamente al turismo. Se imaginaba que la mayoría se dedicaría a servir a ociosos, desocupados y jubilados. La caricatura es una exageración, pero algo de razón tenían.
En un mundo cada vez más compartimentado, parece que los roles ya están repartidos, al menos sobre el papel. Dicen que China, una potencia emergente, acentuará su papel de fábrica-taller del mundo, que India podría ser la oficina global y que Estados Unidos seguirá en su papel de gendarme mundial apoyado en su capacidad militar y tecnológica. Y a Europa, el viejo continente, se le asigna el papel de residencia para la tercera edad.

Y dentro de Europa, España reúne excelentes condiciones, especialmente ligadas al clima y a la calidad de vida, para convertirse en la Florida continental, ese paraíso al que se retiran los jubilados con posibles para ver correr la vida y disfrutar de unas condiciones placenteras. Es una realidad que ya ha cobrado cuerpo en la costa mediterránea y en buena parte del sur del país. Las colonias de ingleses, alemanes y nórdicos ya forman parte de nuestro paisaje y de nuestra economía.
Un mundo senior a gran escala, un Imserso industrial, quizá no sea un horizonte muy atractivo, pero es una forma de aprovechar las ventajas competitivas que tiene España, unas razones que muchos europeos conocen reconocen y aprovechan.

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