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Salvemos el pino

Nuestra sociedad, nuestra ciudad, nuestros vecinos, nosotros mismos tenemos problemas graves. Y parece ser que insistentemente, para que no nos olvidemos, ciertos dirigentes nos atemorizan con sus mensajes en radio, teles y prensa. Estamos obsesionados con la crisis y se sufren las consecuencias con familiares en paro, con familias que hay que ayudar, con desahucios y con recortes y más recortes.
Por eso hablar de que ha muerto un pino en Via Alexandra solo nos pueden despertar alguna sonrisa o alguna exclamación. Tal vez por ser un hecho insignificante nos pueden hacer sonreír en estos momentos para muchos desesperados.
‘Salvemos el pino’ fue un artículo que publiqué en este mismo diario el 17 de noviembre de 1978. Se había terminado la construcción del colegio, llamado entonces “Nacional Can Rull”, y la puerta del mismo se pensaba abrir precisamente delante de un centenario pino, en lo que habían sido barrancos, entre las actuales avenida Lluís Companys y calle San Isidoro, en cuyo centro se ubica ahora el Centre Cívic y el Cap. Crecían en aquella hondonada diversos pinos piñoneros de gran altura que, al tener que cubrirse esos terrenos con tierras, deberían suprimirse.
Al final se cubrieron los barrancos sin cortar los pinos, que dejaron en gran parte sus altos troncos bajo tierra, pero se salvaron y todavía hoy muchos de ellos están lozanos en el cruce de las calles San Isidoro y Lucà, y se consiguió que, después de una cierta campaña, ladeando unos metros la puerta de colegio, se salvara el pino.
Eran años difíciles, muy difíciles, los de los finales de los 70. Crisis económica, crisis política y falta de democracia, igual que ahora. Salvar el pino fue posible gracias a las reivindicaciones de los vecinos. También salvar la crisis actual a través de más democracia será posible.
Hace unos meses el pino se ha secado. El pino del colegio de Can Rull ha tenido que ser cortado ya seco. Las reivindicaciones de los vecinos, de sindicatos y de algunos partidos, tendrán también dificultades, como entonces para salvarnos de la crisis económica, política y democrática. Pero nos salvaremos.

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