Trilerismo fiscal

Publicat el 30 de juny de 2014 a les 19:29
Actualitzat el 08 de juny de 2018 a les 10:28
El Gobierno va vendiendo los cambios fiscales a pequeñas dosis, intentando ganar titulares sin dejar clara la letra pequeña. Lanza propuestas, pero las reformula si la critica social es consistente. Estamos más ante una oportunidad desaprovechada que frente a una reforma fiscal de calado estructural. Se suman sucesivos parches y lo que se da por un lado se quita por otro. Algunos hablan de trilerismo fiscal, una buena caricatura de lo que se vende como reforma y es una rebaja parcial. Los responsables de Hacienda ya han avanzado que la reforma fiscal reduce los impuestos en relación a la presión fiscal de 2011,pero sólo para las rentas inferiores a los 50.000 euros anuales, lo que supone que a partir de esa cifra, que se corresponde con la generalidad de ingresos de las clases medias, no hay espacio para la mejora. La conclusión es que se va a dar poco y a plazos, y que los tipos marginales van a seguir estando entre los más altos de Europa. Y lo más curioso: la reforma se concreta en 2016, cuando posiblemente el PP ya no esté en el poder. No parece que los técnicos de Hacienda hayan hecho mucho caso a los consejos de los expertos, ni siquiera a las demandas de la Comisión Europea o el FMI. Se quiere ofrecer la imagen de que se rebaja el yugo fiscal, pero no se quiere poner en peligro la recaudación. Es difícil hacer una tortilla sin romper algunos huevos. Europa y los acreedores exigen rigor fiscal y presupuestario, y los ciudadanos están cansados de tantos recortes. A lo sumo se va a regresar al zapaterismo terminal. Conciliar tantos intereses y presiones de signo distinto es un encaje imposible. Por eso la reforma queda en poco.