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Refugio

Madrid no es una isla, ni un paraíso fiscal, ni siquiera un refugio, pero comparado con Catalunya tiene algo de ello. A los domiciliados en Madrid el rodillo de Hacienda les resulta más llevadero, especialmente por lo menor presión fiscal en el escalón autonómico. La diferencia es más que notable para las personas con ingresos más elevados, que son las que tienen más medios y asesoramientos para optimizar su factura fiscal.
En los últimos años, ha ido cobrando fuerza el proceso de concentración de las grandes rentas, las que declaran ingresos superiores a los 600.000 euros anuales,  en Madrid. Si en 2008 la capital del Estado concentraba el 41,8 % de los grandes contribuyentes, en 2011 ya significaba el 48,6 %. Catalunya quedaba lejos y perdía fuelle. Esas rentas tributan a un tipo marginal del 51,9% en Madrid y del 56 % en Catalunya. Patriotas significados no han dudado en deslocalizarse fiscalmente, la diferencia de tipos compensa los problemas ligados a esa decisión.

No menos injusto resulta que en Catalunya se tribute por el impuesto del Patrimonio y la Comunidad de Madrid tenga el marcador a cero, lo que ahorra a los contribuyentes capitalinos más de 300 millones de euros anuales. Una razón poderosa para que las grandes fortunas decidan optimizar su factura fiscal, una sangría que tiene efectos acumulativos. Es difícil irse y no es nada fácil regresar.
Y se estima que en los últimos años han dejado Catalunya unas 1.000 empresas. La autonomía fiscal tienen sus ventajas e inconvenientes, sus riesgos y oportunidades, y ese flanco hay que cuidarlo si se desea competir.

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