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Débiles

Ni Montoro ni Guindos son exponentes de la alegría de la huerta, más bien responden al prototipo de hombres grises, inspectores de números y balances, gente con apariencia de seriedad y distancia. Ese dúo, que marca la política económica española, coincide en que estamos frente a la inflexión, que se vislumbra la recuperación en el horizonte, que posiblemente ya se está creciendo. Dicen que en 2014 se va a crecer, pero poco. Rajoy lo ha sintetizado: salimos de la recesión, pero no de la crisis.
Al decir de los presuntos expertos, nuestra economía va a salir de la Uvi para subir a planta, lo que indica un diagnóstico mejor, no exento de cuidados y atenciones. Los nuevos presupuestos brindan pocas alegrías y consolidan recortes dolorosos para estabilizar al enfermo. El problema es que, después de una crisis tan duradera, el sistema está débil y corre el riesgo  de convertirse en un enfermo crónico.

La ciudadanía apenas va a notar la mejoría que se anuncia, si es que la nota. De hecho, se vaticina que el desempleo, décima más o menos, seguirá anclado en el 26%, una tasa con la que no se puede convivir. Los funcionarios seguirán viendo congelados sus ingresos y hay empresas del sector privado, con planes de emergencia, que proponen rebajas del 35% a los trabajadores. Esa no puede ser la vía para competir y mejorar la productividad.
Y lo llamativo es que la sociedad está sufriendo una crisis tan intensa que buena parte de la ciudadanía ve como positivo que se pare la sangría, aunque muchas heridas están pendientes de cicatrizar. Por eso hay que recordar que no se ha salido de la crisis, que somos un enfermo crónico.

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