ABENGOA

Publicat el 30 de novembre de 2015 a les 19:49
Actualitzat el 08 de juny de 2018 a les 10:28
La campaña electoral, que ya está en marcha, se va a encontrar con una patata caliente: el batacazo Abengoa. Una empresa tecnológicamente puntera, altamente  internacionalizada, que en su día fue elogiada por el presidente Obama, parece estar abocada a protagonizar un desastre de proporciones inmensas. Las deudas acumuladas hace tiempo que estaban asfixiando un grupo que devora grandes recursos financieros en proyectos que exigen inmovilizaciones muy elevadas y que tienen retornos lentos. Cierto es que Abengoa estaba desde hace meses en el disparadero y que los rumores se sucedían. Su política financiera, muy agresiva y creativa, eso que llaman ingeniería financiera, era poco transparente y probablemente escondía o enmascaraba la realidad, una situación a la que contribuía una organización empresarial muy compleja, diversificada e implantada en numerosos mercados. Más de 700 empresas consolidan en el grupo Abengoa, una trama difícil de desentrañar. Abengoa es una cuestión privada, pero es un problema público de indiscutible relevancia. El grupo es la principal empresa andaluza, y su aportación al PIB de Sevilla supera el 7%. Además es parte importante de la llamada Marca España, con muchos proyectos internacionales en gestión y otros muchos inacabados, con una larga serie de  acreedores internacionales. Una mancha que preocupa. Porque Abengoa creció al calor del sol que más calienta, con los presupuestos y las ayudas públicas, y ahora sufre el recorte de las primas termosolares. Un serio problema político que posiblemente obligará a multiplicarse a los políticos.